Sentimientos.

El lunes pasó monótono. Un par de enfermeras entraron para darles la comida a Guillermo y a ella, entablaron una corta conversación con cuatro sonrisas amables, y se fueron. Se quedaron solos, y decidieron sentarse en el borde de la cama, frente a frente. Fue una comida muy agradable para Patricia. Guillermo era un muchacho muy educado e... Intrigante. Le daba la impresión de que tenía una bomba de relojería en su interior que solo necesitaba el estímulo suficiente para explotar. Y a Patricia... Le gustaba. Además, era muy amable y atento.
Aquella mañana, al levantarse para ir al baño, Patricia tropezó y estuvo a punto de caerse. Pero Guillermo estaba ahí, sujetándola por la cadera. Cuando Patricia se giró para agradecérselo, notó como se ruborizó antes de asentir, sonreír, y apartar la mirada.
Patricia no pudo evitar soltar una carcajada inocente. Era muy dulce, e inocente. Otra cosa más que le gustaba.
Aquel lunes lo dedicó a conocer un poco más a fondo a su compañero de habitación.
Se llamaba Guillermo Antolín, tenía diecisiete años, uno más que Patricia. Había vivido toda su vida en Madrid, con sus padres. A Patricia le sorprendió no haberle visto nunca en las calles de Madrid, así que le preguntó qué solía hacer en su tiempo libre.
Pareció que Guillermo se quedó paralizado. Tardó un tiempo en contestar, pero lo hizo.
-Eh... Cuando estoy en mi casa, veo películas, o leo algún libro. De vez en cuando salgo a dar un paseo y me saco un bloc de dibujo. Si veo algo que me guste, o si se me ocurre algo, lo dibujo.
-Vaya... ¿Y no sales con tus amigos?
Guillermo negó con la cabeza, un tanto avergonzado. Patricia se dio cuenta de que había sacado un tema delicado, por lo que se levantó de su cama para alzar la cabeza de Guillermo y abrazarle.
-No te preocupes. No pasa nada... No te voy a juzgar por ello...
Sintió cómo los brazos temblorosos de Guillermo le cubrían la espalda, y se sintió arropada por primera vez en mucho tiempo.
Mantuvo el abrazo durante un tiempo, hasta apartarse y sonreír. Sonreír como nunca había sonreído, tratando de hacerle sonreír a él.
No le decepcionó.
Por la noche, una vez le deseó buenas noches a Guille, se puso a pensar. No sabía qué iba a pasar a partir de ahora. Perdería contacto con todo el mundo.
Pero una parte de ella, deseaba quedarse allí, para estar con Guillermo.

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