A pesar de todo...

Mírame. Estoy aquí, tan insignificante como siempre. Tan pequeña, poco importante, como nací.
Sigo igual que aquel día en el que me prohibieron ir a mi primera invitación de fiesta de pijamas.
Sigo igual que la despedida de las dos personas que quizás más feliz me hayan podido hacer en tan solo un par de semanas.
Sigo igual que todas esas semanas, llorando en mi cama por pura desesperación.
Sigo siendo una niñata incomprendida en un mundo al que no pertenece.
Sigo en un lugar en el que echan a los escritores a la hoguera, igual que a las brujas en la Edad Media.
Igual que siempre, rodeada de personas diferentes.
Sigo teniendo un miedo infinito al futuro, a lo que él me deparará. El lugar en el que acabaré... ¿Será para mí?
No, no me puedo engañar. Sigo siendo la misma chica de entonces.
Ahora siento cómo todavía nada tiene sentido. Como me sentí después de perder todo.

[...] "Porque no brota sangre de la herida...
             ¡porque el muerto sigue en pie!"
Gustavo Adolfo Bécquer. 

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