18th Floor balcony.

Dejé las llaves en el lugar de siempre al entrar, con las manos llenas de bolsas de la compra. Tras guardar todo en su sitio, miré la hora. Era la una y media, y tú volvías del trabajo a las dos. Cerré los ojos para recordar el beso que me das todas las mañanas antes de salir. Sin poder remediarlo, una sonrisa apareció en mi cara. Después de cambiarme a ropa más cómoda me dispuse a preparar la comida. Al cerrar la nevera, miré, una vez más, las fotos que había en ella. Nuestro viaje a París... Todavía podía recordar perfectamente la sensación de estar a tu lado, rodeados de nieve, mirando hacia aquella torre. Cómo al girarme para mirarte, tú ya me observabas con la cabeza inclinada y una sonrisa en la cara. Aquel cálido abrazo... 
Sacudí la cabeza, tratando de recobrar el presente ante mis ojos. Había perdido la noción del tiempo, por lo que empecé a manejar los ingredientes rápidamente para preparar lasagna. 
En el momento en el que cortaba cebolla, con los ojos repletos de lágrimas, noté unos brazos deslizándose por mi costado para agarrarme en un fuerte abrazo. Sonreí y me dí la vuelta. 
Ahí estabas, sonriente como siempre, y con la felicidad en la mirada. No pude evitar soltar una carcajada antes de lanzarme hacia ti. Con los brazos sujetos tras tu cuello, me cogiste en brazos entre risas y cosquillas, hasta acabar en el sofá sin aire ni fuerzas, pero con la voluntad suficiente como para seguir mirándonos a los ojos. Tu voz sonó lejana, como si fuera un sueño.
- Había pensado en ir a Noruega éstas navidades, ¿qué te parece?
Una sonrisa y una mirada de complicidad bastaron para que leyeses mi mente, una vez más.

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