Viaje a los infiernos.

Todavía no entiendo por qué me hiciste esto. Mientras yo, tumbada en mi lecho de muerte, agonizaba por ti, tu te encargaste de cavar mi tumba. Con tus sucias manos, manchadas de crueldad, egoísmo, hasta de mi propia sangre; las manos que me acarician noche tras noche la frente antes de que tus labios se posen sobre ella con aparente dulzura. Aquellos labios que no más saben escupir que mentiras. Me arrepiento de que hace tiempo hice todo lo posible para que esos labios me pertenecieran. Pero aquí el único que ha ganado algo eres tú: ahora, débil y sin fuerzas para defenderme, te pertenezco cual títere. 
Y el juego está a punto de acabar.
¿Eres tú, cariño mío? Sí, aquel que con una mirada supo arrebatármelo todo, hasta ahora, que se está llevando mi vida. 
No... No eres tú. Ahora frente a mí solo puedo ver un engendro decidido a quedarse con todo lo que un día fue mío. No lo hagas, por favor. Yo te amé de verdad, ¿entiendes? No me lo pagues así.
Mis ojos, atacados por el tiempo, vidriosos, no aguantan mirarte más con aquella máscara que un día fue el rostro de mi amado. No alargaré el juego que tienes entre manos. 
Adiós, pequeño ladrón.

-Me arrepentí de todo aquello... Demasiado tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario