Sin embargo, siento cierta intranquilidad que me impide respirar con normalidad. Una presencia subconsciente
El río no acababa. Un sinfín de rocas amorataban mi cuerpo y me dejaban dolida. Aún no sé si fue alguien quien me sacó de aquella tortura o si fui yo, arrastrándome por el lodo de las orillas. Apenas sin fuerzas, sigo caminando esperando a que la lluvia se lleve consigo toda esta suciedad y la devuelva al río. Con lo fácil que sería volver...
Tomé la decisión de caminar siguiendo el recorrido del río, lentamente; pensando en lo mucho más rápido que iría si me volviese a adentrar en sus aguas. Pero las turbulencias superaban mi capacidad de sanar las heridas. Con paso firme, avanzo hasta el final de todo; hasta las aguas tranquilas del mar, mientras levanto la mirada para mirar al cielo. Las nubes se agitan en calma y yo sonrío pensando en alcanzarlas.
Puede que el viaje sea largo, pero necesito saber qué hay al final del río y si allí se encuentra mi lugar de verdad.
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