Poco aire en el pulmón.

Cuando, poco a poco, recobras la esperanza de encontrar lo que siempre has buscado, el miedo se te clava en el pecho y hace que veas como peligro algo inocente y sin importancia.
A lo largo de mi vida he magnificado todo aquello que forma, de una manera u otra, parte de ella. Cosas insignificantes cobran una gran importancia para mí, y cualquier cambio, por mínimo que sea, hace que me bloquee. Que el temor me embriague y haga que pase exactamente eso a lo que temo. Es horrible, y muy doloroso. No debería importarme tanto cómo se sienten los demás; sin embargo, inconscientemente, lo hago primordial. Mi preferencia no soy yo, sino aquellos que me acompañan en el camino, y esto hace que camine preocupada y con cuidado, y por sitios por donde realmente no quiero ir.
Duele mucho. Duele darse cuenta de que no eres la prioridad de nadie, ni de ti misma. Mientras vives por los demás tu vida se va desmoronando cada vez que los pierdes. Cada vez que te roban parte de ti.
Y no sé cómo solucionarlo. Llevo toda una vida dependiendo de ti de los demás. No me imagino feliz plenamente por mí misma.
A veces he creído ser feliz por mi cuenta, pero en cuanto aparece alguien nuevo, me doy cuenta de lo insignificante que es esta falsa felicidad en la soledad, No tengo ilusión, ni ganas de seguir adelante todos los días. Ese impulso que me ayuda a levantarme no existe por mí misma.
¿Dónde está esa independencia? ¿Me la dejé por algún sitio? No entiendo qué ha hecho que yo sea así, pero, sea lo que sea, lo odio. Desearía volver atrás en el tiempo para cambiar lo que me obliga ahora a sentirme como una basura cuando estoy sola.
¿Aprenderé a ser independiente, o caeré una y otra vez? Estoy destrozada por dentro; cada persona que pasa por mi vida deja una huella que me vacía. Y ya poco queda de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario