Valor.

Palabra difícil de explicar la subestimación. Sin embargo, parece que todos sabemos muy bien cómo nos sentimos cuando nos subestiman. Cuando sientes que lo das todo sin nada a cambio.
Como una rosa en un jarrón, desprendiendo toda su belleza y aroma hasta el último momento. Irónica la morbosa belleza que tiene una flor al morir. Quizás sea porque es lo que nos pasa a las personas con los desamores. Nos marchitamos; nos desgastamos. Una parte de nosotros, por pequeña que sea, muere. Y deja un hueco vacío donde antes rebosaban sentimientos y sensaciones incomparables.
Subestimación... Esa curiosa sensación de querer entregar tu vida a alguien para el cual solo eres un mero pasatiempos. Un juego de niños, que sin saberlo muchos de nosotros llevamos al extremo. Qué gracioso es cuando el que más pone de si para ganar siempre pierde, ¿verdad? Siempre perdemos, malditos ilusos...
Subestimación... Que sarcástico suena que puede ocurrir que nos subestimen y ser conscientes de ello. Saber que no nos están valorando lo suficiente; lo que te mereces. Sin embargo, sigues luchando. Luchando por hacerles ver que sois perfectos el uno para el otro. Luchando por demostrarles tu valor real; por que te traten como deberían. Pero el juego acaba antes de lo que imaginamos. Y aquel mundo fantástico que formaste en tu cabeza, decidida a compartir tus sueños con aquella persona... Se esfuman. Desaparecen. 
Otro hueco, más oscuridad y soledad dentro de nosotros.
Otro desamor, otra rosa marchita...

No hay comentarios:

Publicar un comentario