¿Para siempre?

El día estaba resultando perfecto. Kyle había ido a su casa pronto por la mañana; habían planeado ir al monte de excursión. Como todos los días, le recibió saltando a sus brazos con un cálido "Buenos días". 
Se montó en el coche con energía, subiendo al asiento como siempre sus cortas piernas, haciéndose más pequeña aún de lo que era. Mientras Kyle iba hacia la puerta le observó. Era el chico perfecto; alto, moreno, con pecas, unos ojos azules como el hielo... No podía imaginarse a alguien mejor. Algo se removió en ella, recelosa. Nunca se había considerado merecedora del cariño de un chico tan fantástico. Pero al parecer, él ya no tenía ojos para otra. O eso decía. Su subconsciente rezaba porque nunca muriese aquello que tenían en el momento, era simplemente... El cielo. Él sonreía a través de la ventana, sacándole la lengua de forma burlona antes de abrir la puerta.
- ¿Pasa algo cariño?
Él se sentó, y al no escuchar una respuesta al momento su rostro cambió de semblante. 
- En serio, Christina. ¿Qué ocurre?
Ella sacudió la cabeza mientras soltó una leve carcajada. Posó sus manos en ambos lados de la cara de Kyle, mientras sonreía.
- ¿Qué me va a pasar? No digas tonterías.
En ese momento, le besó con dulzura. Tanto pensar en la posibilidad de perderle le había dado más ganas de luchar por él. Por su historia. Por todos aquellos momentos que habían pasado juntos.
Dos sonrisas de complicidad dijeron todo lo que debían saber antes de que el motor del coche rugiera con fuerza.

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